AMIGO
Cayó el manto de la noche
entre tu fuego y su hielo,
como una ola incandescente,
casi como un amargo sueño.
Brotaron imparables tus palabras
teñidas de arcano lamento,
con aroma de almendras amargas,
destilando dolor y miedo.
La noche se mezcló con el agravio
y vi luz de luna en tus ojos,
el fuego herido de tu desengaño
y el cielo oscuro de sus despojos.
Entrelacé tu mano con mi mano
intentando darte consuelo,
acaricié tu rostro con cuidado
y atusé con dulzura tu pelo.
Por tu mejilla corrió una lágrima,
yo te dije ¡amigo, te quiero!
y estampaste en mi mejilla,
un húmedo y cálido beso;
en tus mejillas de amapola
se inició un amago de sonrisa
y al alborear la aurora
se alejó tu dolor, poco a poco... sin prisa.
Beso, silencio y sonrisa.
Chus.
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